Regresar a la infancia

Hoy se viene un texto diferente, quizá lejano a lo simpático, chistocito y entretenido, hoy quiero hablar del recinto que me aguantó y me formó. Se trata del Instituto Presidente Errazuriz, un modesto edificio emplazado en pleno barrio alto y en la calle del mismo nombre. Cercano a dos grandes e importantes colegios, como son el Verbo Divino y el Villa María (ricas, pero lejanas) y característico de un tierno interior azul picina (nos sentíamos un montón de jureles tipo salmón) y un atractivo exterior rojo colonial o color kaka. Este lugar fue mi refugio por casi 13 años (no repetí, sino que hice el kinder ahí).

Hoy fui a ver el colegio, y jamas pensé que me iba a emocionar, el corazón quería salir de su lugar, y hasta me costaba hablar, el colegio, el lugar donde sufrí y donde fui feliz, me abría sus puertas para recorrerlo y recordarlo, las salas microhondas, las infinitas escaleras, moraga y su ley, el kiosco usurero y los completos especial IPE (siglas del colegio) ketchup y mayo, con suerte llevaban salchicha.

Ahí estaba el mismo lobo de siempre, el mismo robín y el tío pillo (que de pillo tenia la cara, !pero que weon mas lacho¡), también el mamito, el chico y el precioso ameba, todos, los mismos que me sirvieron de consejeros matrimoniales (el Lobo una vez me dijo que las sureñas son fieles), que me prestaron plata (la cual devolví religiosamente), que me aporrearon para correr (los profesores de educación física nunca dudaron de mi) y que me hicieron escribir cien veces la palabra "ser" porque la escribí con C (después de eso el lobo se rindió y prefirió dirigir sus energías a trasnformarme en un sibarita literario). Los mismos que se aguantaban el calor en esas salas inhumanas del tercer piso, los mismos que nos enseñaron como se hace la A, la B, la C. Los mismos, pero mas viejos, mas canosos, mas cansados. Y no es menos, mas que mal son siete años desde que deje esa institución con apariencia a centro del sename, siete años.

Hoy me sentí bien y mal, volver a recordar los pilares, y ver los adelantos, como el techo nuevo, lo malo es que ya no se podrá capear clase de educación física cuando llueve, pero por lo menos los humanistas no se mojaran cuando el lobo los castigue por alguna tontera y los haga trotar por el patio. No quería salir de ahí, pero el tiempo, el maldito tiempo, ese que nos puso las canas, me obligó a despedirme de mis reales maestros, y mientras me tragaba las lágrimas de emoción, de alegría, de pena, los recuerdos, tantos recuerdos, pensaba en lo que paso, en eso que un día decidí olvidar y que hoy me arrepiento de haber borrado.

No voy a prometer que regresare (mis promesas por lo general son con elástico), no puedo hacerlo, pero en el fondo de mi yo, reconozco que soy a ese viejo y humilde edificio, lo que es el kiltrito pulgiento a un barrio de los antiguos, y sin duda, pase lo que pase, no podre desmarcarme, y así como esos perros viejos, siempre volveré al lugar al que pertenezco.

Y ahí van dos vídeos relacionados con esta temática y que muestran un poco de la dualidad que se puede sentir al recordar los años de escuela

Primero un grande, muuuy grande el Gran Yusuf Islam antes conocido como Cat Stevens y el clásico Remember de days of de old schoolyard (No pude hacer que se viera aquí, pero en fin, le hacen clic al link y lo verán en la pagina de youtube)
Para ver el video haga clic AQUÍ

Y otro clásico y muy weno, del magnifico único e irrepetible grupo británico PINK FLOYD, Another brick in the Wall, part 2